Quiero pedirle a Dios pero, ¿Cómo se pide?
Aceptar gozosamente lo que la vida nos depara y depara a los
demás, asumiendo la voluntad de Dios que se expresa a través de ello, es un
acto de mucho valor. Sin embargo, aunque Él permite la manifestación de todo lo
existente, mucho de lo que ocurre tiene como causa directa nuestra propia acción
equivocada o la errónea conducta de los demás.
Es decir que nosotros influimos en lo que sucede; en cierto
modo co-creamos con Él, co-generamos los sucesos, mediante nuestro margen de
libertad.
La oración de petición es un modo de aunar nuestra voluntad
con la de Dios. Estoy queriendo cambiar algo de lo que percibo, de lo que está
ocurriendo y apelo al Señor, para quién todo es posible. O acepto las
situaciones y mi oración se limita a permanecer en la presencia, a repetir el
Santo Nombre, pero sin una intención o deseo determinado.
Depende de las circunstancias, de la etapa que se atraviese
y de las personas. Orar es el acto humano por excelencia donde nos abrimos a lo
trascendente de manera particular. Pero si siento que quiero participar de los
sucesos o de eso que ocurre especialmente ante mí, debo orar con toda fe,
convicción y fuerza, sin medias tintas. En cierto modo interpelar al Señor,
aunque con toda humildad.
Hubo santos que entablaban diálogo con Él de manera muy
similar al que se establece entre las personas; vivían en Su presencia y
dialogaban en lo cotidiano y pedían y reclamaban y le decían cosas como: “¡Cómo
permites esto Señor…! ¡Te ruego que lo ayudes, ven aquí y cambia esta
situación!”
Siempre sabiendo, recordando, que la propia mirada no abarca
lo que abarca la sabiduría de Dios y que por tanto, lo que Él haga no siempre
lo entenderemos o coincidirá con lo que queremos.
Tal cual la escena de Getsemaní, (Marcos 14:32 y los
otros Evangelios) donde Jesús dice “Que se haga Tu voluntad…” pero
no olvidemos que antes pedía con todo su ser y que esa oración era muy completa
y fervorosa. (“Y su sudor era como gotas de sangre…” Lc 22, 44)
No era una oración tibia la de Jesús en Getsemaní, era una
oración total. Pero era consciente de que tal vez, no fuera posible ni
deseable que Él se librara de ese cáliz. Es que no vemos lo que abarca la
mirada de Quién todo lo ve.
Nos da un modelo claro de oración fervorosa en la tristeza y
la angustia, de oración sin vacilar y a la vez, de aceptación profunda de la
voluntad del Padre. ¿Cómo pedir? De ese modo, con total entrega y aceptación. Y
cuando pidas, si pides por otros mejor todavía.
Y si resulta que eres capaz de no pedir, de vivir aceptando
en Su presencia todos los acontecimientos como venidos de su misma mano,
repitiendo sobre ellos el Santo Nombre de Jesús, también está muy bien y será
una bendición, para ti y para aquellos que se vean influidos por esa intención.
Elsantonombre.org
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario! En breve lo revisaremos y lo publicaremos.