Jueves santo 2020
Querida Comunidad: Mañana será Jueves Santo, una de las fiestas cristianas, anual y tradicional, que se celebra el jueves anterior al Domingo de Resurrección, dentro de la Semana Santa, y que abre el Triduo Pascual. En este día, la Iglesia católica conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena y el lavatorio de los pies realizado por Jesús.
El Jueves Santo, se conmemora la
Institución de la Eucaristía en la celebración de los Santos Oficios. Más
tarde, en la denominada hora santa, se rememora la agonía y oración de
Jesús en el huerto de los olivos, la traición de Judas y el
prendimiento de Jesús.
Misa Crisma
En el Jueves Santo por la mañana,
se oficia la llamada "Misa Crismal", que es presidida por el obispo
diocesano y concelebrada por su presbiterio. En ella se consagra el Santo
Crisma y se bendicen los demás óleos, que se emplearán en la
administración de los principales sacramentos. Junto a ello, los sacerdotes
renuevan sus promesas realizadas el día de su ordenación. Es una manifestación
de la comunión existente entre el obispo y sus presbíteros en el sacerdocio y
ministerio de Cristo. Es recomendable litúrgicamente, y es de práctica común
celebrarla en la catedral de cada diócesis.
Misa vespertina de la Cena del Señor
Introducción al Triduo
Pascual. Los oficios de Semana Santa llegan el Jueves Santo a su máxima
relevancia litúrgica. En esa tarde, se da comienzo al Triduo Pascual que
culminará en la vigilia que conmemora, en la noche del Sábado Santo al Domingo
de Pascua, la Resurrección de Jesucristo.
Los Santos Oficios del Jueves
Santo se celebran a las 21:00, a la hora de cenar, para conmemorar la Última
Cena de Jesús con sus discípulos. No obstante, por razones pastorales se puede
anticipar su comienzo, no pudiendo en ningún caso empezar antes de las 18:00
horas. El Jueves Santo es tiempo de Cuaresma hasta la hora nona, es decir, toda
la mañana hasta las tres de la tarde. A partir de ahí comienza el Triduo
Pascual, que durará desde la tarde del Jueves Santo hasta el Domingo de
Resurrección. En la celebración participa, junto a los sacerdotes celebrantes,
un seglar, que será el que nos irá informando de lo que se va a ir
celebrando a lo largo de estos oficios.
Al comienzo de la celebración, el sagrario debe
presentarse vacío con la puerta abierta. El altar mayor, donde se celebrará la
Santa Misa, se adorna con cirios, manteles y sin flores hasta la Resurrección. Se inicia con la entrada
procesional, encabezada por los acólitos, seguida por los ministros sagrados y
finalizada por el celebrante principal, un Sacerdote u Obispo. Mientras tanto,
el coro acompaña con cantos, pues ya ha terminado la Cuaresma y se va a
celebrar uno de los momentos más importantes del año litúrgico, la
Institución de la Eucaristía y el mandamiento del amor. Los cantos de esta
celebración están enfocados a la celebración de la institución de la Eucaristía.
El color de esta celebración es el blanco eucarístico, sustituyendo
al morado cuaresmal.
En esta celebración se canta de
nuevo el "Gloria" a la vez que se tocan las campanas, y cuando éste
termina, las campanas dejan de sonar y no volverán a hacerlo hasta la Vigilia
Pascual en la Noche Santa.
Las lecturas de este día son muy especiales, la primera es
del libro del Éxodo (Prescripciones sobre la cena pascual), la
segunda lectura es de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios
(Cada vez que coméis de este pan y bebéis de este vino, proclamáis la muerte
del Señor) y el salmo responsorial El Cáliz que bendecimos, es la comunión
con la sangre de Cristo. El Evangelio es el momento del lavatorio de pies a
los discípulos, que adquiere un destacado simbolismo dentro de los oficios del
día, ya que posteriormente se realiza por el sacerdote lavando los pies a doce
varones a modo de los doce apóstoles y en el que recuerda el gesto
que realizara Jesús antes de la Última Cena con sus discípulos, efectuándose en
esta ocasión entre la Homilía y el Ofertorio, omitiendo el Credo. Durante el
lavatorio de los pies se entona un cántico relacionado con el Mandamiento Nuevo
del Amor entregado por Jesucristo en esta noche santa, destacando frases del
texto del discurso de Jesús en la última cena, recogido por el Evangelio de San
Juan.
La celebración se realiza en un ambiente festivo, pero
sobrio y con una gran solemnidad, en la que se mezclan sentimientos de gozo por
el sacramento de la Eucaristía y de tristeza por lo que ocurrirá a partir de
esa misma tarde de Jueves Santo, con el encarcelamiento y juicio de Jesús. En el momento de la Plegaria Eucarística, se prefiere la
recitación del Canon Romano o Plegaria I, pues el texto prevé algunos párrafos
directamente relacionados con lo que se celebra en este día (Communicantes,
Memento y relato de la institución ["en esta noche..."]).
Una vez se ha repartido la Comunión como de costumbre,
el Santísimo Sacramento se traslada desde el Altar donde se ha
celebrado la Misa en procesión por el interior de la iglesia, al llamado
"Altar de la reserva" o "Monumento", un altar efímero que
se coloca ex-profeso para esta celebración, que debe estar fuera del
presbiterio y de la nave central, debido a que en la celebración del Viernes
Santo no se celebra la Eucaristía. Si el Sagrario no se encuentra en
el presbiterio, se puede usar para esto el sagrario habitual ubicado en una
capilla lateral. Llegada la procesión al lugar del Monumento, mientras se
entona algún himno eucarístico como el Pange Lingua, el sacerdote deposita
el copón con el Santísimo, debidamente cubierto por el conopeo, dentro del
sagrario de la reserva, y puesto de rodillas, lo inciensa. No da la bendición
con el Santísimo ni reza las alabanzas, sino más bien se queda unos instantes
orando en silencio. Antes de retirarse, cierra la puerta del sagrario de
reserva, hace genuflexión y se retira a la sacristía en silencio acompañado de
acólitos y ministros.
Automáticamente, una vez se ha reservado al Santísimo, los
oficios finalizan de un modo tajante, ya que el sacerdote no imparte la
bendición, pues la celebración continuará al día siguiente y es el seglar el
que nos informa que la celebración ha terminado y se nos invita a conmemorar al
día siguiente la muerte del Señor. En algunas iglesias se celebra a continuación un sencillo
acto de demudación de los altares, en el que los sacerdotes y ministros
revestidos exclusivamente con la estola morada, retiran candeleros y
manteles de todos los altares de la iglesia, y en algunos casos los lavan
estrujando racimos de uva.
Durante la noche se mantiene la adoración del Santísimo en
el "Monumento", celebrándose la llamada "Hora Santa" en
torno a la medianoche, quedando el Santísimo allí hasta la celebración del
Viernes Santo. Esta reserva recuerda la agonía y oración en Getsemaní y
el encarcelamiento de Jesús, y por eso los sacerdotes celebrantes de los
oficios piden que velen y oren con Él, como Jesús pidió a sus apóstoles en el
huerto de Getsemaní. Una vez han terminado los oficios, se rememora la
oración y agonía de Jesús en el huerto de los olivos, la traición de Judas y
el prendimiento de Jesús, que se suele celebrar con procesiones en la
tarde-noche del Jueves Santo.
En algunos lugares, existe la tradición de visitar siete
monumentos en distintos Templos de una misma ciudad, para recordar a modo de
"estaciones", los distintos momentos de la agonía de Jesús en el
Huerto y su posterior arresto. Desde hace unos años, la Iglesia Católica celebra el Jueves
Santo, el llamado Día del Amor Fraterno.
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